El cielo deja un paisaje infinito de nubes y azul que cruzas a miles de kilómetros por hora. Toda esa velocidad desde dentro es un cuento. Al lado, un hombre sucumbe al sueño incómodo mientras su mujer rellena crucigramas. Bajo tus pies hay un puzle diminuto de tierra, casas, montes, animales y personas. Me gusta mirar por la ventanilla del avión, donde la vida y sus problemas parecen ahora poca cosa.