El escritor Jonathan Franzen (Chicago, Illinois, 1959) fue el encargado en mayo del año pasado de pronunciar el discurso de graduación del Kenyon College ante alumnos, padres y profesores. Este discurso, en el mismo lugar donde lo pronunció su fallecido amigo David Foster Wallace, titulado “El dolor no os matará” abre el último libro de Franzen, Más Afuera (Salamandra- 2012), que conforma una colección de ensayos, de no ficción, sobre las preocupaciones personales y globales de nuestro tiempo.
Para Franzen las nuevas tecnologías de la comunicación, especialmente las redes sociales crean un escenario hecho a nuestra medida, de espejos perfectos, insustancial, en ocasiones narcisista, donde la poderosa atracción inmediata del “compartir” y del “me gusta” recae en una paradoja deshumanizada. El escritor cree que las redes sociales definen un mundo que intenta a toda costa enmascarar la realidad por medio de perfiles, emoticonos y mensajes en un desesperado deseo de “gustar”, y esto es “una mentira” que evita a toda costa aceptar a las personas tal y como son, es decir, seres capaces de amar.
Es precisamente esta capacidad de amar la que saca a la luz la mentira y por eso presenta, a juicio del escritor, una amenaza para lo que llama el “tecnoconsumismo”. Así, el miedo a la pérdida, a sufrir, a la culpa y al fracaso, (estados de ánimos intrínsecos en el amor) suponen un terreno muy potente para las redes sociales, donde uno está a salvo, en su espacio de espejos ideales, de autosuficiencia anestesiada. Y en ese terreno ya vive mucha gente. Sí, a salvo con tal de evitar ser uno mismo.
Conviene reflexionar sobre esto.
En el coche sigo con Bill Fay. “Me gusta”