Nos separa el hielo. Kilómetros de hielo. Una extensa llanura que ese extiende más allá de donde hay vida. Es transparente, casi como el aire. Denso. Nos envuelve desde el principio, impide avanzar, coger una dirección, un camino, llegar a donde hemos soñado, algún rincón donde comiencen a crecer las plantas, podamos hacer una casa y bañarnos en el río.
Nos separa la arena. Desiertos de arena, sólo viento, quizás rastros de un árbol seco, sin hojas ni ramas, sin una una señal que sugiera una ruta, un sendero donde llegar al mar, a esa playa inmensa que hemos imaginado, donde las olas refrescarán los cuerpos agotados, vencidos por el calor.
Nos une una autopista de notas musicales, todas las puestas de sol del planeta, los océanos, las sonrisas de los niños, los animales, los campos de flores, las canciones. Pasear en bicicleta, los sabores agridulces, los pescados, las carnes y los arroces.
Nos unen los colores, el azul, el verde, el rojo, la luna en cualquier posición, las estrellas y la noche. Nos une ese silencio que calma el tráfico, que apaga el ruido de los motores.
Nos unen los días cuando no hay nadie en la playa; los días sin viento, ver pescar a un hombre en el muelle y el ruido de los cabos de los barcos atracados.
Nos une la brisa que se respira bajo los pinos. El eterno susurro del bosque.
Todo lo que nos separa parece tan real como lo que nos une.
——————————————-
Leonard Cohen ha sacado Old Ideas, un disco atractivo, hipnótico y elegante, como su voz, que a veces canta y otras susurra, siempre acompañada de ese coro femenino de lujo, y unos músicos excepcionales.
Lo nuevo de Leonard Cohen es ideal para escuchar en el coche, en trayectos más o menos duraderos, que dejen respirar al disco.