Té verde con aroma de canela y pequeños trozos de manzana. Lo tomo con azúcar moreno y en un vaso pequeño, dorado y fino, con relieves árabes. Fue un regalo en un mercado medieval de Asturias, en las fiestas de un pueblo que no recuerdo, tras beber el té moruno. Allí supe lo que eran los chorizos de verdad y comí por primera la cecina de ciervo: un manjar para los amantes de los buenos embutidos y toda esa cultura del enlatado, sean pimientos, atún, pato, remolacha, cebollines o arenques.
Volviendo al té verde, la fórmula se llama “Suave Atardecer” y lo he comprado en “La Cabaña del Té” donde también venden todo tipo de hierbajos, llamadas “plantas medicinales” de las que me confieso consumidor. Lo mejor del «Suave Atardecer» es casi al final, cuando queda poca agua y el aroma se concentra entre el azúcar y la canela. Allí saboreas la hoja e incluso puedes morderla, comprobar lo placentero de su amargor. De momento funciona para escribir algunas líneas mientras este claro día de verano se va despidiendo.
Es la primera vez en el año que huele a verano. Ocurre en las islas. En un mes cualquiera, cuando menos te lo esperas llega un día y huele a otra estación. Son como avisos, pero cortos, que duran poco. Después vuelves a oler de nuevo el mes del calendario y sus circunstancias. Hoy huele a verano, quizá haya dos grados más, suficiente aquí para pasar a otra estación. Comprendo a los que hoy se dejaban cautivar en la playa por el sol de invierno hasta quedar dormidos.
Lo dicho, seguiré comprando «Suave Atardecer». He dado con un buen té cuyo secreto quizás sea la mezcla con la canela. Quién sabe.
En el coche tengo ahora Tracy Chapman, el álbum Crossroads. Nunca falla. La escucho gracias a una de mis hermanas que tarareaba sus canciones cuando iba al instituto, cuando fumaba sus primeros cigarrillos de los que ahora despotrica. Talkin`bout Revolution, el tema que abre el primer disco Tracy Chapman, editado en Electra, del 88. Inolvidables también Fast Car o Baby Can i Hold You.
Recuerdo el viaje de fin de primaria, la primera vez que cogí un avión, siete días sin ver a mi madre (en aquel entonces una especie de trauma). Compré en el Corte Inglés de La Coruña Matters of Heart, en vinilo, junto al Nevermind de Nirvana. Apenas había probado un cigarro, los besos con las chicas eran eternos hasta vaciarnos y bebía ese ron de coco llamado Malibú. Es todo lo que puedo decir.
Nunca supe donde fueron a parar esos discos y así he llegado a la conclusión que no se debe prestar música. Creo que es el el primer paso para que no la vuelvas a ver. Igual suele ocurrir con los libros.
Los mismos discos de vinilo que perdí, los volví a comprar años más tarde, a mitad de la Universidad, cuando se pusieron de moda los cd,s. El último de la cantautora de Cleveland (Ohio) es Our Bright Future y está a la altura de los demás. Recomiendo el primer corte, Sing for you.
“I remember There was time When i used to sing for you” .
Tracy, siempre Tracy.
Té verde con menta y olor a verano, buena combinación…
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